martes, 28 de febrero de 2012

Lecciones antes de dormir

- Siempre soñé con que las cosas serían maravillosas si yo me esforzaba lo suficiente. No soñaba con una vida fácil, ni con un mundo totalmente feliz. No soñaba con que nada malo sucediera nunca. Las utopías siempre fueron inalcanzables, hasta en mis sueños. Soñaba con tener una noche en la que fuera una princesa, hermosa y libre bajo la luz de la luna. Con un príncipe que me perteneciera durante esas horas felices y que al día siguiente me buscara desesperado. Y a veces, la realidad supera a los sueños. Pero siempre te despiertas.

+ Pero, mamá, tú eres reina, así que antes tuviste que ser una princesa como yo ahora, ¿no?

La reina acomodó las mantas que tapaban a su pequeña princesa, mientras miraba ese pequeño milagro con cara pensativa. La pequeña tenía casi once años, y ya tenía una mirada profunda y penetrante.

- Sí, esa es la teoría. Sin embargo, a veces, las reinas no se casan con príncipes. A veces, se casan con guerreros, y esos guerreros ganan la guerra y consiguen un trono. En mi caso, me casé con un joven fuerte, al que conocía desde que éramos niños, que cuando creció se convirtió en guerrero, y aunque éramos nobles sin más importancia que muchos otros, él era un guerrero que sobresalía entre la multitud. Empezó la guerra y nuestro bando venció, si se puede decir así, y todos los otros nobles lo nombraron rey y por eso, yo soy reina.

+ Mamá, eso no parece justo, ni feliz...

- Lo sé, pero debes recordarlo cariño, el poder hay que mantenerlo y para ello debes protegerte. Debes aprender y no olvidar cómo has llegado a tu actual posición. Debes recordar la historia de los Reinos. Debes proteger a tus hermanos. Y por supuesto, debes ser feliz. Pese a todo.

+ ¿Por qué me lo cuentas ahora?

- Porque yo debo partir, y esta noche es mi despedida, mañana no estaré aquí, aunque espero volver pronto. Debo hacer un recado.

+ ¿Dónde vas mamá?

- A cumplir con mi deber, voy a liberar a tu padre, con la espada, con la magia, con todo aquello que pueda movilizar hasta lograrlo. Voy a traer al Rey de vuelta, para que tú puedas vivir libre algunos años más. Pero mientras, recuerda, tú eres la princesa y ellos son tu pueblo.

+ Sí, madre. Cumple pues con tu deber, y trae a padre a casa. Yo protegeré a mis hermanos y a mi pueblo. Además, tengo a los dragones.

- Sí, lo sé. Cuídalos también a ellos. Buenas noches princesa.

Y con esas palabras la reina dejó a su pequeña, sola en esa enorme habitación. Bajó sigilosamente y mandó terminar de prepararlo todo. Marcharían con las primeras luces del alba, y esos traidores se arrepentirían si habían tocado un solo pelo de la cabeza de su Guerrero. La ira de la Madre de las sombras no es algo que pueda evitarse fácilmente. Primero iría a buscar a sus hermanos y juntos destruirían a los enemigos...