miércoles, 12 de octubre de 2011

Ni siquiera te conozco

Esta noche también cogeré el tren que me permitirá volver a verte, un día más veré esa cara con la que sueño cada noche, y como siempre me sentaré en un sitio desde el que puedo observarte y aprender cada rasgo, cada mueca, pero todo a una distancia prudencial, para no ponerme en evidencia, para que no puedas apreciar cómo cambia el brillo de mis ojos cada vez que sonríes despistado.

Ése era mi plan. Sin embargo….

Al entrar en el tren me doy cuenta de que hay más gente de lo usual, no está mi sitio de siempre libre y yo tardo un rato en localizarte, y no se donde sentarme, y la gente me mueve hacia delante, hacia ti. Así que para evitar un momento embarazoso me siento en el asiento de al lado, mirando fijamente el suelo y sin saber muy bien qué hacer, al fin y al cabo llevo observándote desde hace meses, pero nunca te había tenido tan cerca. Tú también pareces algo más nervioso de lo normal, hoy no has cogido el libro que sueles leer en estos viajes. Y entonces me miras mientras te miro, tú sonríes y yo empiezo a temblar.

- Ni siquiera te conozco y ya te echaba de menos. Hola, me llamo Chris, hace tiempo que esperaba conocerte.

Al principio no sé que decir, pero casi al momento reacciono, sonrío feliz, me doy cuenta de que no era yo la única que observaba. Es entonces cuando recuerdo aquellas veces en que nuestras miradas se cruzaban al despiste, o cuando parecías estar mucho tiempo mirando el mismo punto del libro… me estabas mirando, tú también esperabas el momento en que pudiéramos conocernos, esperabas este momento.

Así que empezamos a hablar, como si nos conociéramos desde hace tiempo, exactamente desde la primera vez en que nuestras miradas se cruzaron. Pasamos todo el día juntos, no sé muy bien como y al final lo más natural pareció ser invitarte a cenar a casa, fue una cena de lo más normal ya que no esperaba tener ningún invitado, pero aún así la esperanza y anticipación hicieron que todo estuviera perfecto. Una vez llegamos a los postres consideré una buena idea pasar al salón…

sábado, 1 de octubre de 2011

Por primera vez podría matar

Lágrimas y más lagrimas.
Primero de miedo porque n0 ser real.
Después de ilusión, de felicidad absoluta. Porque aunque siempre te he querido no era consciente de hasta que punto.
Tú eres sangre de mi sangre. Eres una parte vital de mi existencia. Has estado en mi infancia, en mi adolescencia y en mi paso a adulta. Has crecido y cambiado solo un paso por delante de mi. Formas parte de cada uno de los recuerdos vitales de mi existencia.
Tus ausencias también son recordadas y tus vueltas son ansiadas y esperadas.
No voy a pretender hacer creer a nadie que podríamos ser amigos. Ni que nos llevamos bien a lo largo de nuestras vidas. Ni mucho menos que no discutiremos a partir de ahora.
Pero si puedo afirmar sin dudarlo que te quiero tanto que no soy capaz de imaginarme no tenerte cerca. Que por mucho que con el otro me lleve bien es a ti a quien he tenido presente a lo largo de mi vida.
Él es como yo pero tú has crecido conmigo. Os quiero a los dos tanto como es posible. Sois lo más importante de mi vida y no me puedo permitir vuestra ausencia. Mi mundo se desmontaría sin vosotros. Sin tí.
Te veo y has cambiado. Me escucho y noto la diferencia entre nosotros. Entre el mundo y tú. Cada vez que miras con miedo siento tanta ira por ti.... La ilusión de tu voz al decir "estoy en casa" es tan dulce y tan terrible. El hecho de que pensaras que no volverías es cruel y es algo que espero nadie vuelva a hacerte pensar nunca.
Nunca pense que vería esa mirada de miedo en tus ojos. La seriedad y la tristeza. Me hace sentir horriblemente triste y asustada porque alguien haya pretendido alejarte de nosotros. De mi. Y siento la ira, la furia. Por primera vez en mi vida podría matar a alguien, a esos cabrones por hacerte daño, por osar tocarte siquiera, por hacer que tu sueño llegara a ser una pesadilla.
Siento tanto miedo....y te quiero tanto...
Porque eres parte de mi vida.
Porque necesito que estés aquí.
Porque sin tí no hay familia.
Porque hemos crecido juntos.
Porque eres mi hermano.

Gracias por volver.