lunes, 28 de septiembre de 2015

Observando fijamente una bandeja de entrada vacía.

Llevaba más de diez minutos mirando fijamente la pantalla del ordenador, sin hacer absolutamente nada, salvo respirar y parpadear, espero. Ni siquiera tenía claro que estuviera pensando en nada. Dioses, es muy frustrante sentir que los minutos se te escapan entre los dedos y no hacer nada por evitarlo.
¿Estaría en shock? ¿Cómo demonios sabe una si está en shock? Quiero decir, el pánico lo entiendo. El dolor también. Y la alegría. La felicidad me cuesta un poco más (para mí es un dilema saber cuándo se es feliz y cuando simplemente se está bien). Pero el shock... qué quieres, no sé ni como se define...
Se que no me encuentro mal, estoy muy tranquila. No hay dolor, no tengo problemas para reaccionar a la alegría. ¿Será que me he acostumbrado a esto? ¿que me da igual? O quizá es simplemente que aún no he reaccionado... Llevo toda mi vida siendo lenta, así que no tendría porqué sorprenderme... pero en el fondo creo que todos seríamos mucho más felices si, simplemente, me diera igual. Si no tengo ninguna reacción porque ya no me importa lo suficiente.
Pero si eso fuera cierto... no me quedaría atontada mirando la pantalla del ordenador, o la bandeja de entrada del mail. (Algunos diríais que sí es propio de mí, pero creedme, no lo es).
¿Entonces estoy como el resto, esperando? Espero que no, porque todos sabemos que acabaré con canas antes de que se de el milagro. Lo bueno es que estoy sentada...
Por otra parte, me encanta saber que hay gente por ahí que es tan ingenua como yo, que sigue esperando que estemos equivocados. Aunque todos sabemos que estamos equivocados. Bueno, yo no estoy equivocada, porque sé que nunca pasará nada, nada cambiará. Supongo que es mi subconsciente estúpido e ingenuo el que está confundido. Pero no mi parte racional, esa lo tiene muy claro.
Y así, entre dilemas de lo racional y lo irracional empieza esta nueva semana... ¿Qué pasará?

miércoles, 23 de septiembre de 2015

No es difícil entender que a veces hay que luchar.

Hoy estuve hablando con una amiga, una muy buena amiga. Contándole mis últimas novedades y experiencias sentimentales. 
Y he llegado a una serie de conclusiones. 
Esto no ha sido una cuestión de amor. O de querer lo suficiente. Nos queremos. Y sí que me habría gustado que este último año no hubiera pasado. Y creo que lo habríamos superado juntos si hubiéramos cambiado las cosas que había que cambiar. Creo, de verdad, que habría funcionado todo lo nuestro, a largo plazo. Me habría gustado intentarlo en serio, juntos, y a ver qué pasaba.
Pero. Siempre hay un pero. Faltaba algo. Y no era una cuestión de amor. Le faltaba el empuje, supongo.
Yo creo que para querer a alguien y darlo todo por esa persona tengo que recibir lo mismo a cambio. Creo que una relación sólo puede funcionar si ambas partes ponen de su parte todo lo posible. Si no se acomodan en lo bueno y en lo malo. Lo malo hay que intentar cambiarlo y adaptarlo, Hablar es la clave, pequeño saltamontes. Al menos para mí.
Hace falta confianza, un equilibrio. Y, sí, sacrificio, pero del bueno. 
Todos mis problemas con esto son los mismos que hubo desde el principio. Y creo que me precipité en la última conversación amorosa, pero creo que fue porque había llegado al límite y si no me paraba él yo tomaría mi decisión. Y no me paró. Claro que no crea que a nadie le sorprenda.
Y una parte de mí espera. Espera a que me llame. A que vuelva. A que me busque. A que luche.
Me encantaría que me quisiera lo suficiente y quisiera que estuviéramos juntos tanto que mereciera la pena insistir y no irse con la cabeza gacha. Sí, yo dije que se acabó. ¿Pero no merece la pena arriesgarse e insistir, al menos una vez? Eso sólo parece darme la razón a mí, parece que no era suficiente. 
Cuando fue a mí a quién dejaron yo no me fui con la cabeza gacha. Estuve ahí, intentando ser su amiga si no había nada más. Arriesgándome al rechazo porque lo quería lo suficiente para que me dijera que no. Cuando entendí que no había nada ahí, entonces me fui. Pero antes lo intenté, de una manera u otra.
No quiero decir que no fuera en serio cuando dije todo aquello. Y no sé si diría que sí aunque volviera. Pero el hecho de que no luche por mí, que no insista ni lo más mínimo, que solo baje la cabeza y lo acepte sin más... sólo me hace pensar que tenía razón y que no había un final feliz. 
El tiempo lo dirá.

martes, 22 de septiembre de 2015

Nada es suficiente

Si yo soy feliz estando contigo y tú eres feliz estando conmigo, por qué no es suficiente?
Sonríes y eres feliz cuando estoy contigo. Eso me dices siempre. Me quieres y cuando estamos juntos estás bien, todo está bien. Cuando estoy contigo me siento segura, feliz, tranquila y contenta.
Te quiero y me quieres.
Y sin embargo... sin embarg, no es y nunca será suficiente. Siempre parece haber algo incompleto.
Tú no pareces ser la persona que me complementa. Odio ser siempre la mala. No puedes imaginarte cuánto. Y estoy cansada de jugar y dudar. Cansada de tragedias.
Verdaderamente creo que podría haber salido bien. Pero parece que querer no es suficiente.
Te quiero y me quieres.
Y sin embargo no es suficiente para mí. Nunca parece ser suficiente. Sigo queriendo más, más de ti y más de mí. Más de lo que sentimos estando juntos. Necesito todo lo que puedas dar.
Y si esto es todo no es suficiente para mí.
Pero pese a todo, no puedo afirmar que no fueras para mí. Un error, una mala decisión, harán que no estemos juntos. Tantas malas decisiones que hacen que no se puedan mantener las buenas.
Suficiente dolor para que el amor no sea suficiente. Ni la comodidad. Ni siquiera la felicidad.
Me gustaría estar contigo siempre. Juntos. Tal como éramos. Felices y cómodos.
Pero tú cerraste la puerta una vez y yo no he sabido perdonar. No del todo. Y tú no has abierto la puerta con la fuerza suficiente. Y bien no es suficiente.
Espero no equivocarme. Quiero pensar que no eres la única persona en el mundo que hay para mí. Quiero decir, hay millones de personas en el mundo... malo será. Y quiero que encuentres a esa otra persona para ti, que te quiera como eres, con la que seas capaz de expresarte. Con la que no pierdas la confianza.
Te quiero y me quieres.
Pero eso ya no es suficiente. Tus dudas, nuestros miedos, mi falta de confianza y de fe en ti. Mi falta de creencia en tu amor (ambos sabemos que no has usado esa palabra). Tu falta de confianza en tus sentimientos y en ti mismo. Nuestras dudas. El dolor. Todo eso ha pesado más que el amor.
Y por eso vuelvo a cerrar esa puerta. Solo quiero salir corriendo sin mirar atrás. Si supiera que no te hago daño me iría y no volvería a mirarte a la cara. Nunca más volvería a ti. No te buscaría. Cerraría la puerta con candado y tiraría la llave.
No quiero que sufras, nunca más. Y menos por mí. Pero me quiero más de lo que te quiero y por eso mi instinto es salir corriendo, huir, no mirar atrás. Y si te he visto no me acuerdo.
Y eso es por una razón.
Porque te quiero. Y sé que me quieres. Pero me quiero más a mí misma de lo que te quiero a ti. Y de lo que tú me quieres.
Y no puedo obligarme a sentir que lo que había es suficiente.
Cómo arreglar algo del que no tienes todas las piezas?

Cuánto te quería...

jueves, 17 de septiembre de 2015

Por querer que no quede

Quiero que me quieran.
Quiero ser la primera opción. La elección inmediata. Sin dudas ni vergüenzas.
Quiero que la persona con la que esté me quiera y necesite. Que sea su prioridad. 
Quiero que sus dudas e inseguridades pesen menos que su amor por mí.
Quiero que me elija sobre todo lo demás. Y que exija y espere lo mismo de mí. 
Quiero ser su presente y su futuro. Quiero darlo todo y sentir que es lo correcto y que merece la pena. 
Quiero quererlo tanto que dar la cara por él no me haga daño o me avergüence. 
Quiero que cuando me haga llorar sea capaz de curar mis heridas. Que no pase por alto el daño. 
Quiero cuando esté con esa persona sea capaz de enfrentarse a mí tanto como yo a él. Que seamos iguales. 
Quiero querer y que me quieran. Quiero que me elijan sobre todas las demás.
Quiero las cosas claras, el café oscuro y el chocolate espeso.