domingo, 8 de febrero de 2015

Proverbios y deseos.

En el amor siempre hay uno que besa y otro que ofrece la mejilla. Proverbio francés.

Nunca he tenido del todo claro cuál de las dos situaciones sería más dura. Durante mucho tiempo yo fui, metafóricamente, quien ponía la mejilla. Y la verdad es que sentirse querida, mimada y protegida es algo que no tiene precio, algo que todo el mundo tiene derecho a experimentar. Sin embargo, también era duro sentirse culpable por no quererlo lo suficiente. Sentirte siempre en deuda e insegura por el destino que nos esperaba, por el daño que podía llegar a causarle.
En los últimos tiempos, para demostrar las vueltas que da la vida, yo soy quien besa, o quien querría besar, y él es el que ofrece la mejilla (o lo haría si no fuera tan honestamente bueno). Y por un lado es bonito darse cuenta de lo mucho que quieres a una persona y lo importante que es para ti. No porque no puedas vivir sin él, sino porque tu vida es mejor al tenerlo cerca. Pero el rechazo duele. Y la inseguridad aumenta. Pero eso se debe, probablemente, a la ausencia de besos y no a que sea yo quien los da (o los daría).

Cuando me dejo llevar y la impaciencia y ansiedad no me pueden deseo que en un futuro ambos alcancemos el equilibrio. Que ambos besemos y ofrezcamos la mejilla. Que tú me quieras tanto como yo a ti. Que podamos volver a estar juntos, pero esta vez con los mismos obejtivos. Que vuelvas a sentir lo mismo y que yo tenga la seguridad que tengo ahora en mis sentimientos. Que podamos ser una pareja mucho mejor de lo que fuimos.
O por el contrario, que ambos dejemos de sentir todo aquello más profundo que amistad. Que ambos estemos felices y tengamos una vida, y al mismo tiempo, podamos ser amigos sin problemas o dramas. Personalmente prefiero la primera opción, pero claro, es que actualmente te quiero y no veo que se vaya a pasar pronto...

Mi propósito es ser capaz de estar ahí, de quererte y esperar, hasta que nos reencontremos o hasta que se pase. Quiero ser lo mejor para los dos, sea eso lo que sea. Pero a veces pierdo el control, la paciencia, la esperanza. A veces me rindo momentáneamente y voy a necesitar que aguantes y tú no te rindas. Sigue ahí conmigo y espera hasta que nuestros sentimientos sean semejantes. En un sentido u otro. Ten paciencia, porque te quiero. Y no te lo digo como una carga sino como una ofrenda. Te quiero y lo estoy intentando. Espérame y, de vez en cuando, dame un beso.

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