sábado, 11 de abril de 2015

Cómo hemos cambiado. Qué lejos ha quedado...

Hace mucho tiempo, cuando aún hablábamos y nos contábamos todo, teníamos una relación especial. Creo que nunca había sido tan feliz como cuando los tres nos hicimos tan amigos. Ellos dos y yo. Recuerdo noches muy largas hablando y viendo películas. Con uno o con otro. No penséis mal, no era que me los tirara a los dos, solo eran mis amigos, muy buenos amigos.
Y uno u otro estaban siempre ahí, conmigo. La verdad es que fui muy posesiva y egoísta con ellos, supongo. Los quería para mí. Quería que estuvieran siempre disponibles para mí. Pero espero que aún así yo también fuera una buena amiga para ellos y que la importancia que ellos tenían para mí fuese equivalente a la inversa.
La cuestión es que poco a poco, lo sentimientos de él fueron... cambiando. O fueron menos sutiles. Y yo me di cuenta. Y sentía curiosidad. Y le tenía muchísimo cariño, Y me gustaba, para qué negarlo. Puede que no estuviera enamorada de él, pero... bueno. La curiosidad mató al gato (y tanto...). Y nuestras conversaciones eran muy personales. Nos contábamos todo, creo. O casi. Cada vez que yo estaba agobiada en casa o intentaba ser responsable en la facultad y no lo conseguía. Cada vez que él estaba agobiado y se iba a pasear solo en la oscuridad. Y siempre le decía: cuando estés mal llámame. No me muestres solo tu cara feliz. Supongo que no me di cuenta que debía ser yo lo que le hacía feliz (y que no se puede cambiar a un hombre). En fin... Y entonces la cosa cambió y yo tenía dudas. Y él no era tonto. Y el otro andaba por ahí, amigo de ambos. Pobre. Los tres éramos los tres pero todo se empezó a descompensar... Hasta que dejé de dudar y dar vueltas, y di el paso. Y él estaba ahí, dispuesto y feliz. Tan feliz. Intenté hacer las cosas bien... y bueno, tan mal no salieron... hasta hace poco (no volvamos a lo mismo).
La cosa es, que mirando tan y tan atrás me doy cuenta de cuánto hemos cambiado y cuánto fue cambiando la relación. La de los tres. Para bien y para mal. Madre mía, las conversaciones de entonces y las de hace tan solo un año no tienen nada que ver. ¿Cómo llegó todo a su estado actual? ¿Cuándo pusimos barreras y tabúes?
Y lo que más rabia da, es que creo que mi cambio ha sido más... suave. Soy esencialmente igual (obviemos mi estado actual de desmotivación, depresión y todas esas cosas horribles) aunque cambiara mi relación con él, aunque fuera sin querer y sin darme cuenta. Pero él... leo lo que escribía hace seis años y no sé dónde ha quedado ese chico dulce, sincero, vulnerable, bueno y detallista. ¿Qué he hecho con él? ¿Porque me parece que ha cambiado tanto? Y sé que no es verdad, que no ha cambiado tanto. Sigue siendo bueno. Y seguro que también dulce y detallista. Sé que es vulnerable. Pero conmigo... ya no lo veo. Sólo veo lo que mi cinismo y mis dudas han hecho con él. Y me siento culpable y mal, porque yo sólo quería hacerle feliz.
En una de esas conversaciones, de hace años, de antes de que todo se aclarara y diéramos el paso definitivo adelante, después de un rebote personal con pataleta incluida y provocar en él una pataleta personal y justificada, me dijo que viviría mucho mejor si fuera como el resto de "escoria humana", pero que él daba mucha más importancia a cosas como la amistad. Y esa parte horriblemente cínica de mí sólo puede pensar: ¿Te sientes bien ahora, siendo como esa escoria? ¿Tu vida es mucho más fácil y feliz?
Supongo que nunca lo sabré, porque no voy a preguntárselo (tampoco me contestaría, como si lo viera)... hay cosas que se piensan pero nunca terminan por decirse. Y él lo entenderá mejor que nadie. Aunque a estas alturas todos sabemos que me gustaría escuchar su opinión... ¿Adivináis con qué animal me comparan?

No hay comentarios:

Publicar un comentario