viernes, 17 de abril de 2015

Las necesidades del ser necesitado.

Una de las emociones más tristes es no sentirse necesitado. Creo. Porque no sentirse querido es terrible, pero si te necesitan (aunque no te quieran) por lo menos eres útil, y sabes que tu existencia significa algo. No me malinterpretéis, no sentirse querido es una mierda, os lo digo yo, por experiencia. Pero sigo pensando que es aún peor no sentirse necesitado. Es como si no les importaras, no te quisieran y te despreciaran, todo a la vez, con todas las redundancias. Te sientes tan... inútil. Tan vacía y tan falta de valor.
Nunca he tenido problemas (reales) de autoestima. Quiero decir, todo el mundo ha querido ser mejor de lo que es, pero no creo que eso sea por falta de amor propio sino por mero realismo, ya que no somos perfectos. Pero llegados ciertos momentos, la autoestima no es suficiente. A veces no llega con que te quieras a ti mismo. Somos seres humanos, seres sociales, por definición. Necesitamos que nos quieran y nos necesiten. Por mucho que se diga que nadie es imprescindible todos queremos serlo. Y cuando te das cuenta de que no lo eres, de que esas personas que eran vitales para ti no piensan lo mismo, entonces te das cuenta de lo pequeño que eres en el universo. El problema está en que la mayor parte de la inmensidad del universo nos importa una mierda. Me explico. A mí me da igual la gente que podría quererme si me conociera en América, por ejemplo. A mí me importa la gente que conozco, que ya he conocido a lo largo de mi vida. Y me importa cuando confío en alguno de ellos, les quiero (en las diversas manifestaciones del verbo querer) y recibo... nada. O dolor. O desprecio. O indiferencia.
¿Sabéis? Algún día me gustaría que alguien luchara por mí. Supongo que he llegado al punto en que admito que no soy imprescindible para nadie. Y que aquellos que me necesitan me pueden sustituir. Mi importancia es relativa. Todo el mundo acaba por dejar de necesitarme. Así que estoy algo cansada, del mundo, del dolor, de los sentimientos. Me gustaría que algún día, antes de que yo tenga que gritar, o llorar o romperme otra vez, venga una persona que me diga: tranquila, sé lo que te pasa, estaré aquí, contigo, y haré aquello que tú no eres capaz de hacer. Supongo que sólo quiero que venga alguien y cure mis heridas.
Y no hablo de Amor, con mayúscula. Claro que quiero estar enamorada (no, no quiero, otra vez no, aún no, nunca, duele, no más) y ser feliz por siempre jamás. Pero no me refiero a eso. No tiene que ser un enamorado quien luche por mí. Ni tiene que hacerlo todo otra persona. Supongo que sólo quiero que la gente que me quiere (que supongo que la hay) sea capaz a veces de hacer cosas que yo no soy capaz de hacer o de expresar correctamente. Pero supongo que no lo entienden. O no saben qué pueden hacer. O simplemente, no quieren. A saber.
En fin, sé que nadie luchará mis batallas por mí, pero estaría bien que las lucharan conmigo. Por lo menos en la misma medida que yo lucho por ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario