martes, 14 de abril de 2015

Conversaciones nocturnas repetitivas y novedosas

- Mamá...
La madre dejó de fijarse en la televisión para mirar a su hija, que bajaba desde su habitación después de horas allí encerrada. Por un instante se quedó mirándola fijamente sin creerse del todo lo que veía en ella. Parecía calmada pero los ojos vacíos lo desmentían.
+ Cariño, qué pasa? estás bien?
- No lo sé, me siento rara. Me siento tranquila y calmada. Pero... también me siento ansiosa. Y no consigo dormirme ni concentrarme.
Mientras hablaba la chica se acercó a su madre y apoyó la cabeza en su regazo. Como cuando era niña y quería sentir ese incondicional amor materno. O cuando era adolescente y no sabía cómo expresarse.
+ Llevas mucho tiempo con estos altibajos. Cuando me dijiste que ya no estabais juntos no me preocupé, porque siempre he sabido que eres independiente y autosuficiente. Sé que no necesitas a ningún hombre contigo.
- Pero mamá - interrumpió ella- claro que puedo vivir sin él. Supongo que puedo vivir sin cualquiera. Pero no soy feliz. Es como si me hubieran arrancado una parte de mí. Nunca pensé que tendría que vivir sin él, porque desde la primera vez que hablamos no dejamos de hacerlo y de ser amigos. Y ahora yo he decidido que no puede estar más en mi vida, porque me hacía daño. Y no sé si me equivoqué, porque creo que me he calmado y ya no estoy hipersensible, pero sé que aún lo quiero en mi vida, sea como sea. Pero esto ya lo he dicho antes. Y ya sé cómo acaba: lloramos y uno dice que no puede más y hay que volver a apartarse y pasar con lo mismo.
A medida que hablaba la chica iba acelerando y sentía cada vez más ansiedad, agarrada a su madre y sin abrir los ojos.
- Pero aún así vuelvo a querer hablar con él. Vuelvo a querer que entre en mi vida, o encontrármelo, lo que sea. Aunque sea un patrón continuo. Incluso prefiero el dolor a que desaparezca del todo. Es horrible...
+ No lo entiendo, entonces... qué quieres?
- Yo que sé. Dejar de sentirme mal, dejar de estar triste, ansiosa, deprimida, lo que sea esto, supongo. Quiero que me vuelva a querer... es patético. Y quiero hablar con él. Que me demuestre que de verdad le importo. Pero nunca ha entendido que el silencio no es una demostración de nada. Y en estos años no fui capaz de hacérselo entender así que... en realidad no sé a qué le doy vueltas. Nada va a cambiar.
+ No sé qué puedo hacer por ti. Salvo repetirte que no has hecho nada malo. No lo has hecho mal. Y dicen que mejora. Ya encontrarás a otro. Y si no, siempre tendrás a tu madre.
-Pues mira tú, creo que solo por eso tendré que buscarme a otro. Gracias mami. Me voy a intentar dormir... otra vez.
En esta ocasión la chica durmió al cabo de unos minutos, desahogarse siempre la había relajado. En cambio fue su madre la que tardó en dormirse, preocupada por su hija. Por lo visto se habían equivocado con la importancia que tenía aquel chico en la vida de su niña.

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